Genitalidad y globalidad: en busca del mapa del placer

Juanfran Díaz
4 de Marzo de 2021

Me dispongo a compartir esta vez reflexiones acerca de algo que es muy desconocido para la mayoría de hombres: el mapa del placer. Voy a tratar las diferencias entre la genitalidad y la globalidad, y cómo trazar este mapa del placer a partir de las zonas erógenas del cuerpo.

Genitalidad

Estamos en una cultura y una educación que nos inculca una forma concreta de sexo y de vivirnos desde nuestro cuerpo: heterocoitocéntrica, o lo que es lo mismo, heterosexual, genital, penetración es lo más importante, consecución de objetivos.

Desde este enfoque genital el sexo se limita a cumplir un objetivo específico, el de la penetración, con unas bases reproductivas y religiosas sobre la función del sexo. Y, aunque el propósito no sea la reproducción o no se acoja ninguna religión, el enfoque genital del sexo se reduce a la experiencia del placer únicamente desde el pene o la vulva.

El porno favorece este enfoque, siendo en los hombres un modelo de pautas a seguir, prácticas a realizar (cunnilingus, felación, penetración, stop), erección del pene debe ser sostenida y eyaculación de una gran cantidad de semen. En las mujeres ofrece un modelo de complaciencia, objeto de placer del hombre, deseo de tener penes en boca, vagina y ano, receptora de la eyaculación en la cara y prima el orgasmo del hombre sobre la el de la mujer. Sin embargo nada de esto es la norma.

Globalidad

Alimentado en las últimas cuatro décadas por un gran número de sexólogos, estudiosos de las culturas orientales o profesionales del masaje, y por los movimientos feministas y de deconstrucción de la masculinidad, surge el enfoque global de la sexualidad, una visión que amplía la experiencia del placer a cada zona del cuerpo, sin limitaciones ni restricciones ni objetivos específicos. Nos encontramos con la revolución del placer.

Desde la globalidad entendemos que el placer no se circunscribe sólo a los genitales, si no que se extiende a todo el órgano de la piel que recubre nuestro cuerpo, ¿por qué limitar el placer a una zona concreta cuando dispones de toda tu piel para sentir placer?

También se abren las restricciones que la genitalidad impone: ya no hay que conseguir un objetivo. Desde el enfoque global no urge llegar a una meta, pues el tiempo está de nuestra parte y nos va dar la progresión necesaria para activar nuestro cuerpo de manera integradora.
Además, los códigos estereotipados de lo que da y no da placer se disipan, abriendo las puertas a la exploración sin prejuicios. En los hombres puede causar confrontación el permitirnos el placer a través de nuestras nalgas, ano y recto, por ejemplo.

Finalmente, la globalidad no presiona la práctica sexual a una en concreto, si no que juega a favor de diversas prácticas, ritmos, reordenación, intensidades y duraciones. Si algo nos pone de relieve este enfoque es que no hay por que vivir la sexualidad en un modelo de “sota, caballo, rey”, si no que abre las puertas a la creatividad, el juego, el deseo, la fantasía, la actuación de roles: que sea “caballo, dado, picas, reina, alfil, sota, puente, caballo de nuevo…”.

Podemos descubrir entonces el universo de posibilidades que se abre para cada uno.

Mapa del placer: las zonas erógenas

En mi caso nunca pude imaginar el placer tan intenso que puedo experimentar en mis pies, una zona de mi cuerpo que estaba totalmente olvidada y desatendida en mi sexualidad y que, explorando y practicando, ahora forma parte de este universo, de mi mapa del placer.
Así pues, ¿qué son las zonas erógenas? ¿conoces tus zonas erógenas? ¿y qué es un mapa del placer?

Las zonas erógenas son áreas del cuerpo y de la piel que, gracias a sus terminaciones nerviosas, se experimentan con especial placer al estimularlas. Se pueden señalar zonas erógenas compartidas en la mayoría de hombres y de mujeres: orejas, cuello, labios, brazos, pechos, espalda, caderas, vientre, interior del muslo, perineo, nalgas y genitales son las más habituales. Sin embargo, como cada persona es un universo único, cada zona erógena puede ser vivida con diferente intensidad, con placer y, en ocasiones, displacer.

Los mapas del placer son el resultado de la exploración de toda la piel y el cuerpo que la persona realiza sobre sí misma descubriendo dónde, cómo y cuánto siente el placer (y dónde, cómo y cuánto no, displacer). Esto significa que, para confeccionar nuestro mapa del placer, deberemos dedicarnos un tiempo y una atención a reconocer nuestro cuerpo, explorarlo e identificar las áreas y puntos de placer.

Este mapa, propio, único y dinámico, incluye las zonas erógenas.

Es propio porque lo realiza uno mismo. Más allá de esperar a que alguien nos descubra lo que nos da placer, el enfoque global y el mapa del placer nos invitan a responsabilizarnos de nuestro propio placer. Por supuesto, la exploración puede ser compartida con alguien, indicando dónde y cómo deseamos ser tocados. Sin embargo, lo más recomendable es que cada uno se haga cargo de sí mismo primero, para luego compartirse ya con el mapa confeccionado.

Es único porque pertenece sólo a esa persona y, aunque se compartan zonas erógenas, el cómo y el cuánto se estimula una zona va a marcar las diferencias entre un mapa y otro. Lo que a ti te da placer no tiene por qué dárselo a tu pareja, y viceversa.

Es dinámico porque puede cambiar, lo que antes te daba placer ahora ya no te lo da, o donde sentías displacer ahora te hace estremecerte de gusto. Por tanto, el mapa del placer no es estático ni fijo, está vivo y puede variar de un momento a otro. Entra en juego el consentimiento: poder decir sí o no, poder pedir y poder estar pendiente de cuándo sientes placer y cuándo te estás forzando a algo o desconectando de ti mismo.

Ya sabemos lo que significa un enfoque global, qué son las zonas erógenas y el mapa del placer. Veamos finalmente cómo confeccionar este mapa.

Crea tu mapa del placer

Voy a dar algunas claves para confeccionar tu propio mapa, claves que he incorporado a mi vida, pero que puedes ajustarlas y ampliarlas según tus propios criterios.

Juicios fuera

Si de algo vamos cargados es de juicios. En un ejercicio como este de exploración sensitiva, corporal, e incluso emocional, vamos a necesitar dejar a un lado los juicios, o las llamadas creencias limitantes. Para poder aproximarte a tu piel, con caricias, con toques y con sensualidad, cuanto más abierto de mente estés mejor será, para incorporar sensaciones y el juego erótico permitiéndote disfrutar de tu cuerpo sin tabúes.

Respira en cada gesto

Se nos olvida respirar y respiramos poco también debido a nuestros bloqueos emocionales. Es como si respirar menos impidiése sentir esa emoción triste o difícil. Pero ahora puedes respirar ampliamente, a medida que recorres tu cuerpo, que acaricias tu piel, insuflando de vida cada rincón a través de tus inhalaciones y exhalaciones, así será una experiencia más orgánica e integradora.

Y se hizo tu sonido interior

Es común tener sexo en silencio, o evitando los gemidos, rugidos y expresiones del placer. Recuerdo cómo de chiquillo me masturbaba en completo silencio para no advertir a mis padres. Y esto es algo que ha podido quedar en nosotros. Por eso, date el permiso también para acompañar tus sensaciones de placer con ese sonido que nace con cada caricia o toque. Cuanto más respetes tu tempo y disipes tus juicios, más fácil será dejar ir tu placer también desde tu voz.

Escucha tu cuerpo y tu movimiento

Otro aspecto interesante es poder acompañar tu exploración con el movimiento que pueda surgir espontáneamente. No te apures si al principio estás tumbado e inmóvil. Atiende a tu cuerpo y, probablemente, te darás cuenta de los micromovimientos que hace. Como si de una chimenea se tratáse, echa más leña para que ese fuego se active.
Especialmente poderoso es el movimiento en pelvis, plexo solar, tórax, cuello y mandíbula. Juega también con tu boca, tu lengua y tus dientes.

Hay tiempo de sobra

Una de las dificultades que más me afectaban era “encontrar” tiempo para mí y mi exploración, siempre había cosas más importantes para hacer. Crea una cita contigo mismo, al menos una vez a la semana, un tiempo reservado para ti en el que nada te distraiga ni te interrumpa.
Lo recomendable es dedicar al menos 30 minutos, es un tiempo que tú estableces, puedes ampliarlo tanto como consideres. En mi caso, usaba una música de unos 25 minutos que me ayudaba a organizarme, a veces la tenía en cuenta y otra continuaba.

Deja a un lado cualquier objetivo

En el encuentro con uno mismo parecería lógico pensar que hay un objetivo: la eyaculación y el orgasmo. Este objetivo (y cualquier otro que tengas en mente) déjalo fuera de este espacio que estás creando, de manera que ya no hay que buscar ése final, y puedes recrearte libremente en sentirte, sin condicionamientos previos.
Y no pasará nada si finalmente eyaculas, date permiso para entregarte a lo que surja.

Cuida tu espacio de exploración

Velas, inciensos, aceites corporales, ropa sexy, luces de colores, música ambiental, juguetes eróticos… cualquier elemento que te inspire, te excite o te apetezca probar es bienvenido en este viaje hacia ti y tu placer. Si de alho se trata es de abrirte a la experiencia y la creatividad es una magnífica aliada.

Posiblemente puedas aportar tu propia experiencia ampliando estas claves, pues en el terreno del placer es uno mismo el que asienta sus bases de lo que le pone y lo que no.

Ser suave y tierno contigo ya es un gran desafío, jugar con tus nalgas y tu ano son palabras mayores, no buscar la eyaculación como finalidad es atentar contra muchas creencias… Todo sea por construir una sexualidad masculina más libre, satisfactoria, auténtica y conectada.

 

Una lectura interesante sobre los mapas del placer, el autotoque amoroso y la sensibilización corporal es el libro “Psicoerotismo femenino y masculino” de Fina Sanz.

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Soy Juanfran Díaz, un hombre en el camino del autoconocimiento, un explorador de las emociones y la energía humana. Desde 2011 acompaño a hombres conscientes en su propio descubrimiento, como terapeuta y analista bioenergético.

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