Porno y erotismo (parte 1)

Juanfran Díaz
10 de Marzo de 2021

Existe una extensa y variada literatura acerca del porno y del erotismo, por tanto, me limitaré a aportar mi visión acerca de cómo la pornografía influye en la mente del hombre, además de cómo el hombre inhibe su auto erotismo.

En este artículo voy a tratar el consumo y el abuso del porno, mientras que en la parte 2 trataré la ausencia de erotismo en el hombre y los procesos de reparación del erotismo en el hombre. Empecemos por los antecedentes.

Antecedentes de lo erótico y lo pornográfico

La pornografía es la exposición explícita en los medios de las prácticas sexuales, no hay lugar para las insinuaciones. Veremos después las diferencias con el erotismo.

Desde que existe la cultura las diferentes sociedades han representado sus costumbres, hábitos y fantasías sexuales a través de la arquitectura, la pintura o la literatura. De manera explícita han mostrado el sexo, ya sea como camino de la iluminación o como inspiración visual para la estimulación sexual.

La entrada de Wikipedia es muy interesante en cuanto a la historia y evolución del porno.

Así pues, lo pornográfico (lo explícito) ya está recogido en la historia documentada de la humanidad. Con la llegada de la imprenta, la fotografía, el cine, Internet, los smartphone y ahora la realidad virtual, la comunicación adquiere un nuevo sentido y el porno toma nuevas dimensiones que acaban por escaparse de nuestras manos.

Consideremos también cómo la publicidad ha jugado con lo erótico para crear necesidades y expectativas en nosotros. El culto al cuerpo, el éxito o el placer se han incluido en los anuncios con más o menos énfasis. Y el impacto que esta publicidad provoca es, indudablemente, inmensa, pues es un estimulo que juega con la provocación, el tabú, lo prohíbido o lo “inalcanzable”.

El mal uso del porno

Alrededor del 75% de los hombres ven porno antes de los 16 años, el acceso desde los móviles a precipitado este dato entre los 8 y los 13 años de edad, y el 45% llegan al porno sin buscarlo intencionadamente, de los que acceden con intención el 62% lo usan para masturbarse y el 43% por curiosidad (datos oficiales).

Muchos de nosotros hemos accedido a revistas porno o eróticas en nuestra juventud, a películas X en VHS, luego a webs en Internet, ahora a millones de vídeos en portales porno en el móvil… Los hombres vemos el porno por muchos y diferentes motivos: excitarnos, fantasear, aprender, comparar… y a menudo satisfacer carencias afectivas, dificultades en nuestras habilidades sociales o buscando un reconocimiento vital.

Como el alcohol, el consumo del porno puede derivar en adicción, lo mismo que el sexo, pero lo mismo que el buscar enamorarse continuamente. Sin criminalizar ni dogmatizar: el consumo en exceso del porno tiene consecuencias negativas para los hombres. Y son:

A mí me interesan especialmente estas consecuencias que deja en el hombre:

  • El porno muestra una sexualidad distorsionada, artificial y superficial.
  • Nos comparamos implícita o explícitamente con los hombres que aparecen en las imágenes: nuestro cuerpo, nuestro pene y nuestra actuación.
  • Percibimos a nuestro objeto de deseo (mujeres y hombres) como eso mismo: objetos, deshumanizando a la otra parte.
  • Distorsionamos la realidad del encuentro interpersonal, íntimo y sexual.
  • Nos fuerza a potenciar la visión como única entrada estimular.
  • Nos paraliza físicamente, especialmente la pelvis, desde la silla o la cama.

¿Significa esto que el porno es nocivo y que no debemos consumirlo? ¿Existe un buen uso del porno? Vamos a seguir para dar respuesta a esta pregunta.

Sexting, sexcam y apps de ligue

Si en algo ha revolucionado nuestras vidas Internet y los smartphone es en la manera de relacionarnos y compartirnos. Hoy en día es habitual chatear, o hacer vídeollamadas, o usar apps para conocer gente. Y esto es aplicable al sexo y a la pornografía.

Desde ésta manera de relacionarnos es común tener conversaciones calientes (sexting), con intercambio de fotografías propias desnudos o teniendo sexo con otras personas, entrar a un videochat para ver a mujeres y hombres masturbándose (sexcam), incluso activar tu cámara para que te vean a ti, y utilizar las apps para tener sexo rápido.

De nuevo las consecuencias de un abuso de estas prácticas van relacionadas a la distorsión de la realidad, la ansiedad, la cosificación, añadiendo la frustración.

Hacer sexcam puede dar lugar a creer que importas a esa persona que ves en pantalla, cuando probablemente este afiliada a un programa de remuneración (es decir, que cobre por esta ahí).

Y las apps de ligue, o sexo, son un escaparate, tal cual, donde prima el físico, lo inmediato y la ausencia de empatía. Desde estas apps y el sexting, el bloqueo es una práctica habitual, donde se ignora a la otra persona sin tenerla en consideración.

Hasta aquí esta parte 1 del artículo, la próxima semana seguiré ampliando este interesante y controvertido tema.

Soy Juanfran Díaz, un hombre en el camino del autoconocimiento, un explorador de las emociones y la energía humana. Desde 2011 acompaño a hombres conscientes en su propio descubrimiento, como terapeuta y analista bioenergético.

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